miércoles, 9 de julio de 2014

El Papa suspende 5.000 cuentas del IOR

CIUDAD DEL VATICANO.- El Banco Vaticano, el polémico Instituto para las Obras de Religión (IOR), entra desde hoy en la Fase Dos, como la ha llamado la Santa Sede, el año uno después de Francisco. 

Debería ser una nueva etapa como banco católico decente, sin pufos, sin blanqueo de dinero para mafiosos o políticos corruptos y sin clientes misteriosos, el lastre de las últimas décadas de un banco mezclado en graves escándalos. El saneamiento del IOR es uno de los pilares de credibilidad de la revolución moral que Jorge Mario Bergoglio ha aplicado al Vaticano y, a 16 meses de su elección, parece encarrilado.
La entidad publicó por segunda vez su balance anual, el primero de un ejercicio completo bajo el nuevo Papa, una radiografía del lavado de cara: en el último año, apretando las tuercas, ha suspendido 5.000 cuentas -3.000 cerradas y 2.000 congeladas- hasta aclarar lo que hay en ellas o quién está detrás- y ha abandonado inversiones raras de la anterior gestión. 
Todo ello le ha costado un bajón de beneficios, pues ha pasado de ganar 86,6 millones a 2,9. Es decir, el precio de la limpieza han sido 83,7 millones. 
Acabado el trabajo sucio, su presidente lo deja. El alemán Ernst Von Freyberg, nombrado de forma controvertida en los últimos días de Benedicto XVI, se va con todo el consejo y entra un nuevo equipo que será presentado hoy. Todo indica que el sucesor será el francés Jean-Baptiste de Franssu, miembro del Consejo de Economía creado por el Papa en febrero. Al frente está el cardenal australiano George Pell, un 'ministro de Economía' que es la nueva figura fuerte del organigrama. Controlará el IOR a partir de ahora.
El esfuerzo de transparencia se nota en la web del IOR. Se ve la cara de sus consejeros, rostros ignotos hasta hace nada, y se lee que tiene 115 empleados. El patrimonio del IOR en 2013 ascendía a 720 millones. Entregó 50 al Vaticano como aportación a sus cuentas y 4 para beneficiencia. Los costes de gestión, 8,3 millones, se han disparado un 35% por las auditorías de Deloitte & Touche y los servicios de la sociedad Promontory, que ha revisado todas las cuentas corrientes. Las bloqueadas «a la espera de los datos solicitados» pertenecen a 1.329 personas y 762 instituciones. En cuanto a las cerradas, 2.600 llevaban años inactivas y con pequeñas cantidades, pero en 396 casos se debe a que sus titulares no debían tener esas cuentas por no ser religiosos o empleados vaticanos, que en el IOR cobran sueldos y pensiones. También pueden abrir cuentas embajadas y diplomáticos acreditados ante la Santa Sede. 
A esas 396 cerradas hay que sumar otras 359 en trámites de clausura. En resumen, el IOR echa en total a 755 clientes, los últimos de esos famosos laicos que tenían cuentas sin derecho a ello, sin que se supiera cómo habían llegado a poseerlas, y donde a veces se escondían operaciones turbias. Cerrarlas ha supuesto la salida de 44 millones del IOR.
A fecha de hoy la entidad tiene 15.495 clientes, un 80% de instituciones católicas y un 20% personales, con 6.000 millones de activos. Es significativo el progresivo descenso de titulares, que en 2011 eran 21.000. Debe considerarse que Benedicto XVI emprende, o más bien intenta, una limpieza del IOR en septiembre de 2009, cuando nombra presidente a Ettore Gotti Tedeschi. Se abrió una feroz lucha interna con el sector que se resistía a los cambios, personificado por el entonces secretario de Estado, Tarcisio Bertone. Perdió Gotti Tedeschi, defenestrado en 2012. Bertone logró colar a Von Freyberg antes del cónclave en un intento de seguir controlando el banco, pero con Francisco se acabó el juego.
El balance no oculta las críticas a la anterior gestión. Por ejemplo, por fondos suscritos en Luxemburgo y Malta que han perdido 28,5 millones e inversiones en oro depreciadas por 11,5 millones. No se disimula una pérdida de 15,1 millones atribuible directamente a Bertone, un regalo a la fundación Lux Vide, de un amigo suyo, un escándalo bajo investigación. O los 11 millones utilizados para tapar un agujero de la diócesis italiana de Terni. 
«Ha sido un proceso doloroso pero absolutamente necesario que ha puesto las bases para un futuro del IOR exclusivamente dedicado a servir a la misión de la Iglesia católica», ha dicho Von Freyberg. Se cierra la siniestra Fase Uno del IOR, que ha durado 72 años, desde que se fundó en 1942.

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